lunes, 17 de marzo de 2008

Hoy comienza mi libro, hoy me doy cuenta de lo mucho que odio escribir, y antes pensaba que era buena en esto. Punto y aparte. Pero no soy buena, ni soy buena escribiendo.

Por eso, una vez que me decido a escribir un libro, me asaltan los demonios y me roban el alma, o más bien, como diría una ex compañera, tengo el espíritu de alguien oscureciéndome el camino. En realidad todavía no sé que camino, y no creo en espíritus.

Por eso elijo transitar este sendero, mientras me escondo, en un hueco en el piso y de cuando en cuando chusmeo, a ver si hay algo que trate de volverme a la tierra.

Entonces...

CAPÍTULO I -LA NEBULOSA DE NEPTUNO-

El día 14 de vaya a saber ud. que mes, me levanté con la pata izquierda, en una de las perras e inoportunas cosas que me tocó vivir, me quebré la pierna izquierda y por ende me llevaron al hospital, y por supuesto, me enyesaron la pata.

Así mágicamente descubrí un amplio repertorio de puteadas.

Muletas y yeso a cuestas, me aventuré a salir al día (no del hueco, claro) y ver que pasaba, digo, cuan dificultoso iba a resultarme caminar... bueno, en realidad caminar me costaba de por sí; y así experimenté una absurda caminata... Absurda en el sentido que se conoce y en el sentido llegable a entendidos.

Pero antes de la caminata recuerdo la vos ronca de una enfermera que preguntaba por mi familia, al final terminé escapándome, solo porque el cotorreo de esa bruja me había cansado... No fue fácil, que va, pero me las arreglé para que me dieran las muletas y para tomarme un taxi de vuelta a casa, ahí entre Av. De Mayo y Piedras.

El vivir en San Telmo, se me hace particularmente insoportable, no me gustan los edificios viejos, y menos el bullicio de las colas para los boliches un fin de semana. A cambio, un viernes a la noche genera el clima ideal para alquilar una película comer pizza (Aunque la mía sea sin queso) y quedarme dormida después de no haber terminado la tercera porción.

A razón de mi caminata olvidé presentarme: Soy Virginia Vallebor, vengo de una "familia" burguesa que me dejó un legado de estupidez y mucha guita... tomé solo lo segundo por suerte, y a los 18 me tomé el buque... para no volver a verlos, a menos que quebrara. Nunca más.

Nuestra diferencia residía en la pragmática. A mi nada me importaba... Pero no fue mi culpa.

Así estoy, acá, caminando a veces con estas incómodas muletas y tratando de recordar porque me quebré la pata.

Quizá es algo que jamás vaya a descifrar, pero no deja de revolotear en mi cabeza el ave de la duda.

Evidentemente algún alien se apoderó de mi conciencia e hizo experimentos conmigo y así fue el destino de lo que ya todos sabemos.

Hoy lo sé mas que nunca. ¡Esta es mi misión en la tierra! ¡Gracias Dios! ¡¡Tengo que encontrar la razón de mi quebradura, y para eso he de analizar mi vida desde la infancia!! Lástima que no tengo amigos a quien preguntar como se dieron las cosas.

CAPÍTULO II -ENTRE LA RAYUELA Y BRAHAMS-

Ella no era una niña a la que el mundo pudiera llamar feliz; era mas bien una niña, y su nombre (Para que el mundo la llamara) era Virginia.

CAPÍTULO III - NO PECARÁS-

Gabriela y Martín se conocieron en la secundaria, en tercer año Gabriela estaba muerta por Martín, y a él, qué carajo le importaba, después de todo tenía 15 años.

Entre Gabriela y sus amigas idearon mil estrategias para llamar la atención del pobre desinteresado, pero hacia finales de año, Martín se puso a salir con Clara, aquella que se había declarado mejor amiga de la ahora engañada y triste Gabriela. Obviamente su amistad se rompió, y Gabi empezó a odiar a Martín (Hasta con la última célula.

Después del desencanto se dedicó a las revistas de moda y a las trivialidades mas impensables. Su aspecto había cambiado, era ahora una mujer sensual y provocativa, usaba el uniforme ligeramente mas corto, y en verano, sus remeras iban desabrochadas.

Causó el suspiro y la inspiración de más de un compañero de clase, y era la fantasía erótica de todos los chicos de las divisiones de la tarde, de la mañana, de primero a quinto año. Como si fuera poco, desde ese revuelo hormonal, Martín empezó a fijarse en ella, casi a mitad de cuarto año... y después de haber dejado a Clara (Vaya uno a saber porque. Empezaron a salir en diciembre de ese año, y no faltaron los problemas, los celos, las fiestas, los engaños, las mentiras, las verdades a medias, etc, etc, etc...

En el viaje de egresados decidieron "tomarse un tiempo" (Ya se sabe como funcionan estas cosas) y cada uno siguió su camino hasta la tan esperada fiesta de fin de año, mejor conocida como la fiesta de egresados.

Se reconciliaron en la misma fiesta, ambos con 18 años... Baile, cumbia, cuarteto, y toda la porquería que se puede encontrar en esos intentos de fiesta llevaban únicamente al final, al momento en el que todos lloraban y lamentaban no haberse hecho mas amigos, y los "llamáme", "no te cortes", "siempre vamos a ser las mejores amigas", resonaban al ritmo de la trilladísima canción de los viajes de egresado..."... un amigo es una luz..." Claro que entre tanta borrachera, mas de uno/a se hizo mas que un amiguito/a esa noche, es así que cuando todos se hubieran emborrachado, divertido, y cansado lo suficiente, volvieron a sus casas... Ellos no volvieron, salieron a caminar, la noche no pudo haber sido mas perfecta, el cielo despejado, negro... con las estrellas que se llegan a ver en la ciudad, pero un clima adecuado y contextuado; las calles vacías y las plazas ¡OH! ¡Qué mágico lugar! Se sentaron en un banco, franelearon un buen rato, y no pudieron aguantar... ocho meses mas tarde (Porque no podía esperar para salir al mundo) nació Virginia.

Cuando Gabriela se enteró de que estaba embarazada, estuvo a punto de suicidarse, y ya se sabe como terminan esas cosas medio de culebrón, viene alguien, la encuentra y evita que cometa el acto de reconciliación... Además, su familia la convenció alegando que la maternidad era un don para ella (Como para todas las mujeres, que va. Y así de conservadores, los padres la "obligaron" a casarse, pobre chica, a los 19 ya no tenía mas que una insignificante y amarga existencia.

El casamiento fue patético, su vestido parecía mas bien para ir de parranda, que era exactamente lo que ella quería. Durante la celebración se emborrachó como nunca en su corta vida, correteaba de un lado para otro riendo y llorando... hasta que decidió vomitar sobre el vestido, mancharlo de residuos de infelicidad para demostrar que toda esa hipócrita celebración la estaba condenando a la tumba, ni el vestido ni Martín significaban algo para ella... Y el bebé que esperaba era por sobre todo el mas culpable de que su vida estuviera estropeada.

El nacimiento de Virginia fue horroroso, fue enviada a la incubadora y cuando al fin puedo verse, solo Martín la sostuvo en sus brazos cantándole y acariciando su suave y nueva piel. Un bebé odiado por su madre, necesariamente iba a tener problemas, Gabriela odiaba a su hija hasta el hartazgo, incluso cuando a la noche lloraba, prefería dejar que su marido se levantara y la calmara con una de esas estúpidas canciones.

Martín le había tomado un cariño enorme a la nena, hacía todo por ella, iba sin vacilar

a buscar medicamentos, a cantar, o a preparar la mamadera.

Virginia nunca tomó de la teta, y por si fuera poco, la leche que podía consumir es la mas cara del mercado porque no tiene lactosa, tampoco podía comer ningún tipo de derivados de lácteos. Varias veces enfermó de alergia por la inegligencia, o mas bien el desinterés de la madre. Escenas cotidianas eran aquellas en las cuales Martín salía corriendo para el hospital porque a Virginia le faltaba el aire, o vomitaba tanto que no podía seguir respirando.

La única preocupación de Gabriela era el costo del problema, y el esfuerzo de tener que cocinar menús aparte para la privilegiada... Muchas veces dejó que se enfermara a propósito y con el tiempo no le compró más nada...

Un bebé feliz, de seguro, sin mamá, sin leche, sin canciones maternales, y con dudas.

III a.

Es cierto, no puedo ingerir lácteos, así que ya sé como suicidarme con sobredosis de torta por ejemplo. (Y en caso de querer hacerlo)

Nunca odié a Gabriela, mas bien me dio lástima, me pudo haber tirado por ahí y fingir haberme perdido, o bien, me hubiera abortado cuando todavía tenía tiempo, pero no, me "crió" de mala gana, y eso si puede decirse que me crió... nunca me prestó demasiada atención.

A veces me da mucha lástima, pobre mina, la veo tan patética, superficial, me pregunto (Y me alivio) como yo no habré salido así, quizá por Martín, bah, papá, él merece el título mas que la otra, seguro. Siempre se mostró pendiente de lo que me pasaba, me dio algo de cariño si, no me quejo, y mas o menos me dio las bases para que armara una especie de camino. Por desgracia, el alcohol lo degeneró por completo, y a partir de mis 15 años, no me dio mas importancia en lo absoluto. (A nadie, bah.

Por lo demás, puedo decir que mi viejo era bastante inteligente (Después se le acabó la sinápsis) y siempre me hacía reír, o que sé yo, estaba ahí cuando me sentía sola.

En fin, mi vieja, una joven resentida y perdida, y mi viejo, un borracho que perdió interés en las cosas ¿A mí que me quedaba?

Por cierto, no quiero decir que no sea feliz, digo, en primer lugar no puedo definir felicidad, claro está que tampoco puedo definir infelicidad. Sé que poco me importan este tipo de reflexiones y mas bien ando; ese andar implica soledad y no a modo de queja. Me gusta estar sola, prefiero estar sola, no entiendo muy bien de estas con otros porque evidentemente no me tocó una buena cátedra.

En la secundaria tuve un amigo. Bueno, en realidad yo no le hablaba al principio, pero de alguna manera u otra siempre terminaba a su lado. Digamos que se parecía a mi un poco. El solo, se sentaba a un costado, lejos del resto, y me miraba de tanto en tanto. Su mirada era rara... Yo, me la pasaba horas analizando su rostro, el corte, los ojos, el pelo que caías sutilmente hacia los pómulos, su nariz chiquita, sus labios perfectamente proporcionados, que sé yo, era lindo, como le dicen las viejas, atractivo (Al menos para mí. En cambio, me hubiera gustado que pensaba él cuando me miraba.

Una tarde de recreo se acercó a mi pupitre, yo estaba garabateando al margen de la hoja... de la nada hizo referencia a uno de mis cuentos favoritos, (Me dijo que era un cisne negro)... Mi sonrisa fue pícara, en ese momento supe que nos entendíamos perfectamente. Desde entonces, nos sentábamos siempre juntos, estudiábamos juntos, y casi sin darme cuenta se convirtió en el mejor y único amigo que jamás había tenido. Cuando estaba mal (él, claro porque en mi ya debería ser considerada una condición inherente), me llamaba y salíamos a hacer catarsis por ahí; nos gustaba escribir el piso y tomar helado ( en cualquier estación); el de pistacho con crema de maní al licor... y yo, bueno, sin demasiadas opciones, frutilla y limón.

Mi vieja, tremenda ignorante, se burlaba de él y de su nombre, cada vez que llamaba, tenía que soportar algún comentario racista, prejuicioso, o típico de personas como mi vieja. Pero no me importaba, él era mi amigo (imagínense mi orgullo)... mi mejor amigo durante los cinco años mas interesantes de mi vida (hasta ahora-pero hay que lograr cierto énfasis en las cosas de vez en cuando-), desde primero, con momentos críticos de por medio, su facilidad de irritación (generalmente adjudicada a mi latente falta de tacto, y diplomacia)... Igual sus broncas duraban apenas unos cinco minutos, como dicen los astrólogos, un buen sagitariano... y como si fuera poco tan orgulloso que para que nos arregláramos llamaba por teléfono y me decía "Te perdono"... prosiguen las risas, la muerte de risa, y nuestra complicidad.

En el aula solíamos poner nombre de animales a nuestros compañeros según que característica de tal o cual animal le correspondieran a cada uno; era divertido, incluso sé que lo seguiría haciendo (si tuviera amigos)... perder horas enteras de matemática haciendo mofa de los que nos rodeaban (Profesores incluidos- confesión mode-. Y hasta nosotros teníamos nuestro animal correspondiente.

Uno de esos días de rayes... sí, era un día rayado, especialmente porque se dio la extrañísima y azarosa casualidad de que ambos profesor de historia y profesora de literatura vinieron con un abrigo a rayas ( y además los dos estaban -o están, no sé- bastante rayados)... en fin, en cuanto a rayas, decía que ese día además de rayado nublado, le pedí que se sentara lejos mío, no expliqué porque ni mucho menos, pero quería volver a mirarlo como cuando me parecía el extraño de la esquina solitaria, una analogía heterogénea y obra del dios y padre azar, cuyo único límite es no saber si realmente existen los límites... y como evidentemente vivimos en un naderío proposisional, mi amigo del alma me pidió la cosa mas insólita e impedible, por cualquier ser denominado entre las reglas de la tumultuosa normalidad, normal.

Que va, para mí era un desafío... ese tipo de repentinas irracionalidades son las que me mantienen a salvo de un posible reconcilio, y claro, durante cinco años, la ilusión del amigo inseparable, el amigo como una, tan normal y anormal, tan cuerdo y loco, que lo único que me causaba era la confusión mas grande del planeta.

Me la pasé durante una semana haciendo bollitos de papel, ni el grito, ni ningún zapato era representación suficiente para describir la cantidad de cuadros inútiles que derroché. Ahora que los recuerdo algunos estaban mucho mejores que el final...

Suerte de cuadro-epistolar descriptivo, entre naif y estúpido, que francamente me da vergüenza haber escrito. Todavía tengo esa cartita en una caja... si me esperan la busco y... ¡Acá está!

Al año 2005

Dear friend:

Queen ha dejado un legado de apreciación hacia la amistad que ha logrado en mí, una persona mas sensible y amistosa... He descubierto con alegría, que lo mejor que nos puede pasar en la vida, es encontrar un gran amigo, aunque sea uno, pero aquel a quien llorarle las penas y cantarle desamores.

Realidad 1: odio esas idioteces discursivas para egresados.

Realidad 2: Yo no lloro ninguna pena... es que en realidad, esta frase es gramaticalmente incorrecta... y Chomsky manda.

Realidad 3: ¡¿Desamores?! ¿No puedo cantar y voy a cantar la imposibilidad?, es decir, entre dos imposibilidades, encuentro la tercera... Me explico. Imposibilidad 1, cantar, imposibilidad 2, amor y ergo la 3.

Paradoja, paradigmática... En la posmodernidad han caído los valores... ¿cuan nihilista sos?

Ahora bien, cuestión psicológica número 1: ¿quién sos (léase soy, somos, etc.)?

Bueno, ya sabemos la respuesta, y caemos nuevamente en la rueda paradójica de este mundo de física cuántica tan emocionante... ¿ Nunca te pusiste a pensar en otras dimensiones de vos? Yo sí, no sabés como...

En fin... amigo, ¿Qué querés que te diga? Sos la persona mas cercana, bah, la única cercana a mí... ya sabés como es mi "familia" y como soy y dejo de ser... ¡Ah! Pero la cuestión eras vos ¿no?. Recuerdo la primera vez que me hablaste, tartamudeaba imperceptiblemente los rebeldes de tus labios, pero te viste forzado a adelantar el movimiento, no sé que pretendías pero te escuché, te dejé hablar (cosa que no me resulta difícil), y supe, después de esos minutitos en frente tuyo supe.

Temo decir lo que no quiero decir, pero en este momento lo necesito... Necesito que seas mi amigo, porque así me siento importante, me siento un poquito mas cercana a la normalidad, y me burlo del resto sin inhibiciones... Te necesito porque no sé, pero es como que a veces te veo como una extensión de mí, la partecita de mi que Azar desparramó por ahí y dijo "Quizá algún día te encuentres"... Vos, yo... no pretendo el monopolio de tu amistad... quiero decir, sos tan libre como yo y como todos los otros seres eterna y enteramente confinados a la libertad... Pero quiero que el vínculo que se bordó casi tan sutilmente como el smog que nos tapa los pulmones, no se quiebre por las pequeñeces que suelen ocasionar rupturas... en el común denominador mundano.

Por último, quiero que sepas que "un amigo es una luz"... ja, ja... no sé... La verdad, no sé que habría hecho, digo, si no te hubiera conocido. (¿Esto lo digo en serio?).

Cuando la leyó se puso a llorar, yo no entendía, en fin, una de las cosas que pude descifrar de lo que dijo mientras se secaba los ojos, fue que me tenía que dedicar a escribir, y quizá lo haría, si no hubiera sido él quien lo dijera. De hecho, desde ese entonces no volví a escribir, hasta hoy.

CAPÍTULO IV- EL MUNDO COMO PAÑUELO, EL PAÑUELO COMO MUNDO-

No se puede decir que la infancia de Julián Inoue fuera de lo más feliz, a los tres años abandonó su país junto a mamá, previo divorcio. Claro que a los tres años Julián no entendía mucho, y aunque su padre no le prestara demasiada atención, sentía que lo necesitaba junto a él todas las mañanas, y a la noche cuando volvía de trabajar. Pero sin imaginarlo estaba en un avión camino a Buenos Aires.

Pasó el viaje despierto, mirando el cielo, no dejaban de sorprenderlo las nubes y los cambios de color a medida que avanzaba el día; o mas bien, a medida que se alejaban.

Una azafata argentina le preguntó en castellano si quería comer pollo; por supuesto no entendía, la miraba con ojos curiosos y señalaba a la mamá, que dormía pacíficamente... para su desgracia tuvo que despertarse y hacer gala de su malísimo inglés, y una vez mas asumir el rol que la sociedad, y no solo la sociedad japonesa, le asignó... y el rol milenariamente asignado a la mujer...

En un intento de aparente simpatía, la azafata preguntó el nombre del niño... "Haku", "His name is Haku"... Claro que si se llamaba Haku, Manu o Pepe, poco le importaba a una persona que al menos veía mil chicos por año (o más, ¿alguien sabe de azafatas?).

Llegaron a Buenos Aires donde los esperaba la abuela Sayoko, en un departamento en Almagro.

Julián pasó su jardín de infantes en un colegio japonés, su primaria en colegio

japonés, y llegó indefectiblemente a odiar su colegio japonés y todo lo relacionado con el círculo Nikkei de la Argentina, o de cualquier parte del mundo. A los doce años sabía muy bien lo que quería, y lo principal era no permanecer en la sociedad que era culpable del divorcio de sus padres (así era como sentía)... Así que pidió a mamá, que lo dejara elegir su camino.

Ese camino lo llevó a Virginia... y como no tuvo amigos, no le costó desprenderse de su pasado.

La conoció, a ella; no podía haber encajado mas adecuadamente en su rompecabezas: sentada en costado, sola, siempre leyendo o garabateando… Sabía que tenía que hablarle, pero no como; ella lo miraba y no entendía la forma, entre fría y calculadora, distante y amarga. Ningún compañero podía ayudarlo, y es que Virginia no era ni por asomo el prototipo de chica popular, por el contrario, era un misterio para todos, siempre solitaria, callada, perdida y hasta el cansancio despreocupada; nadie se le acercaba siquiera para pedir una tarea… Nadie sabía realmente si alguna vez hubiera hecho alguna.

Virginia no era la envidia de sus compañeras, su rostro era de rasgos refinados, angulares, ojos grises muy chiquitos, pelo castaño claro, y tan lacio y grueso, que escapaba de la cita diaria con la plancha, a diferencia de sus compañeras… Por lo demás, era flaquita, casi esquelética y andaba siempre con polleras por debajo de las rodillas y cosas sueltas.

Sus manos siempre se apretaban nerviosamente, y de cuando en cuando se sonaba los dedos como gesto de incomodidad.

Y Julián creía muy convencido, que estos rasgos eran exactamente los que hacían de Virginia, la persona mas interesante del curso.

Un buen día (entiéndase que se trata de enfatizar esta cuestión del “Buen día”…) se acercó a su pupitre y citó de la nada un cuento cuyo protagonista era una cisne… de color negro.

Al fin y al cabo era verdad, eran cisnes negros, entre la vulgaridad de urracas, loros, cuervos y algún que otro roedor. Eran una especie nueva, pero que no es tan nueva… Sabemos que siempre hay de esos dando vueltas en cada época: músicos, escritores, artistas en fin…

6 comentarios:

Roma dijo...

me jede q digas q no sos buena escribiendo.
me fui a rosario muchachia.

te veo le martes, pronto armamos una junta.


besones enormes

UmiLi dijo...

Yo no digo que no sea buena, leé!!!!!! hahahaha es un cuento, y ese es un peronsaje... cuanto tengas tiempo echále un ojo. Lindo viaje nena, nos vemos el martes.
Bessois

. Sabrina dijo...

¿A partir de cuando empezamos a ser protagonistas de la historia que queremos vivir?

Cronos cromáticos... te lei un poco xq estoy en la costa y me sale carito... pero me acordé mucho de vos primero porque estoy leyendo el libro de la risa y el olvido (¡que paradoja!) y segundo porque entré y vi tu comentario XD

Estoy como una loca débil que le habla al mar a los gritos tratando de entender que es débil nomás y que no esta loca... :S

En fin, no te enlocuero más con mis letras. :)
Gracias por el ánimo... aunque no estoy mal... estoy rara.

Esto también pasará. ¿Vos como estás?
Me gustaria que estés acá conmigo... ahora es como que tengo tiempo para sentarme a charlar como corresponde hacerlo con vos.

Un abrazo Umi!

Seifer dijo...

Ea ea,
me gustó lo que escribiste, está bueno leer algo parecido a los desvaríos que se le pasan a uno por la cabeza, en sus palabras, con acotaciones y todo, se siente muy natural lo que escribís.
sorry que anduve colgado estos días, vino un amigo de córdoba, y se ocupaba la compu, o mi atención.
espero que nos veamos pronto, y bueno, podemos usar mi cumple como excusa para una reunion con la gente linda.
cuidate, dear friend.

UmiLi dijo...

Sabri... el tiempo para charlar como corresponde conmigo lo encontramos juntas, te pinta?

Gracias por todo lo que pusiste, es muy bello

Nos vemos y disfrutá...

UmiLi dijo...

El Seifer... es verdad, falta poco para tu cumple, pero re bardero cae un día de semana... Decíme después que te pinta, obvio que yo te voy a visitar el mismo día, re duro de una.

Me alegro te haya gustado el fragmento del cuento, es uno que tiene ya un par de años, y del cual nunca tipeé lo que resta... cuando lo encuentre por ahí lo terminaré de escribir.

Era una época en la que quería cambiar el enfoque de la narrativa, un poco apelando al lugar común, si bien el personaje es una mina compleja y analizable, la forma en la que dice las cosas es más bien de diálogo. Bueno, no sé si habrá salido bien o que, pero quería jugar a mezclar un poco el diálogo a modo de prosa... monólogo le dicen? Porque en la novela y la narrativa en general, sobra la falta de comunicación con el lector.

Nos vemos prontito el Seifer, cuidáte