lunes, 11 de febrero de 2008

La bifurcación de Amelia

La mitad de su cuerpo esbozaba un optimismo ridículo, creía que todo lo que pasaba tenía que ver con un poder superior que dictaminaba la suerte de todos y cada uno de los mortales. Su error no fuera quizá, de pragmática.

La otra mitad de ella, sabía que estaba delirando la mayor parte del tiempo, y deseaba ser liberada de la cárcel del adoctrinamiento.

Suponiendo que un brazo se extendía en el futuro, un pie intentaba con todas sus fuerzas aferrarse al pasado y sus consecuencias, una suerte de presente que jugaba con la temporalidad y la relatividad de su tiempo. Porque el pasado fue hoy, y ahora ya es futuro, dos segundos más tarde será pasado otra vez. Qué macabro.

Cuando se enamoró por primera vez, desplazó la causalidad de las cosas que la rodeaban, porque por primera vez no pensaba en pensar… No es que hubiese reducido su existencia a un algoritmo mecánico e instintivo, pero el código de sus representaciones mentales funcionaba a la manera de cuento de hadas.

El desamor acabó con su vehemencia pueril, y con sus destemporalidades. En corto tiempo buscó consuelo a su soledad en la poda de arbustos y la colección plantas exóticas. Les hablaba todas las mañanas, las alimentaba y si era necesario las dejaba al sol.

Las dos mitades obviaron la dicotomía entre sus brazos y sus pies.

El tiempo, pasó el tiempo, o simplemente se movieron los minutos en cada reloj. Ahí estaban las plantas. Ahí estaba la soledad, Amelia no sabía llorar.

En poco tiempo ella misma se había convertido en una planta exótica: era hermosa, calma e inanimada.

Si volviera a pensar, a pesar

Si cargara en la espalda absurdamente su montaña infinita de porvenires... absurdamente lejana y cansada.

El peso insoportable de ser completamente ligero había recaído en sus pupilas; tarde o temprano entendería que la esencia mantiene su amorfa identidad en todo lo que hace, que la forma se amolda a nuevos intentos de escapar a lo que no es leve, y que en la incertidumbre hubiese acaso, hallado algún motivo para balancear entre las esponjosidad de las nubes, y la aspereza del suelo.

3 comentarios:

. Sabrina dijo...

Incertidumbre de no saber porqué.
Pero está pasando...
Cómo si el hecho de que "está pasando" no fuese cierto.
Qué contradictorio e incierto perderse en un porqué si está pasando...
Porque es retórico. Y es cierto.
Pero... ¿Porqué?.

Gracias Umi por tus palabras,
como sabes, señorita escencia de vainilla... la verdad está más adentro de lo que vemos todos los dias. XD

Me encantó tu relato.
Me hizo acordar a una vecina que tenia flores... después se mudó. Nadie sabe porqué. :P

UmiLi dijo...

Gracias

Acabo de comentar pero se me borró lo que escribí.
Bueno, decía que tal vez hasta tenga su lado "inspirador" el que nadie sepa porque tu vecina se mudó... incluso tal vez su vida fuera misteriosa... eso de andar regando las plantas...

Por ahí alguna planta intentó abusar de ella :P

Besos mil

Roma dijo...

hace mucho que no leo un texto tan perfectamente redactado, y a la vez, sumamente inteligente.
Y claro, sintiendome idenficada, como gran parte de lo q escribe srta.


pd1:si, comi chivito,(demasiado) y no quiero comer mas en mi vida

pd2:ya esta la sala con mi bata lista, para zapar.