viernes, 25 de enero de 2008

Se sentó en un banco cuya madera se podría con el agua y el tiempo; su vida no podía tener una mejor analogía que la decadencia de ese parque, la mediocridad de la gente que lo frecuentaba.

Se preguntó cuanto tiempo podría seguir con todo… cuanto tiempo podría extenderse el recorrido entre manecilla y manecilla hasta que llegaran ellos con el paquete y la incertidumbre. Ciertamente era una atmósfera desesperante, y mientras las horas se esfumaban con la neurosis de una inminente falla, los autos negros estacionaban, dejando bajar a unas personas bien vestidas, y con caras poco amigables.

¿Está todo acá?

En efecto estaba todo, pero lo que se vio a continuación fue el despliegue de violencia y brutalidad más escalofriante que jamás se haya contado.

Inmovilizada por el miedo, atinó a fuerza de instinto, esconderse atrás de un auto, mientras volaban los sesos y los intestinos como un show vanidoso de fuegos artificiales; cada color, cada gota de sangre representaba un magistral acorde en sintonía con una explosión de luz abrumadora.

Los gritos eran estallidos aleatorios de los más caros juegos de pirotecnia, esos que usan en grandes parques de atracciones, que cautivan con tan solo su magnificencia y espacialidad…Mientras la extremidades se iban perdiendo entre las notas desafinadas de las cuerdas tensas, varios disparos rozaban el lustroso frente de los autos estacionados, en perfecta fusión con las estrellas de la noche sabática, del sueño perfecto de los ignorantes, y los tontos.

No podía contener las lágrimas, ni los esfínteres. No podía moverse ni pretender usar un arma.

Estaba condenada a observar con detalle y calma paranoica, todos los artilugios que desplegaba la magia de aquellos oscuros seres, de oscuras y aun más misteriosas intenciones.

A medida que los cuerpos, o sus restos caían acompañados de sonidos crujientes, unas sirenas testarudas cortaban de a poco, el sopor y el ardor de la sinfonía destructora.

Dos hombres tomaron sus dos brazos, no podía moverse aún, y metieron su cuerpo inmóvil en un auto…

Un grupo de cuatro personas cargaba armas blancas, y otras dos personas tenías unas pistolas aparentemente modernas. Empezaron por los dedos de sus pies, de a uno iban impregnando el suelo de vivos colores, saturados, animados… tanta calidez, y a la vez tan fría, que irónico. Cuando el llanto incontenible y el dolor hubieren sido suficientes, dispararon en cada intersección de sus articulaciones, asegurando así un leve desmayo y la pérdida parcial de su conciencia.

Pero de la masacre horrorosa, y de la morbosidad de aquellas personas oscuras, ella se levantó de la silla en la que estaba atada, rompiendo por completo las múltiples vueltas de soga que habían posado rodeando su torso entero; abrió los ojos, llenos de brea ardiente y hedionda…y todos empezaron a implosionar decorando en cuadros impresionistas sus pómulos radiantes y enojados. Los que la habían torturado fueron testigos de una experiencia sobrenatural de incredibilidad ficticia. Todos murieron violentamente, recibiendo el mismo esparcimiento visceral que horas antes habían proporcionado a tantas personas.

Como un ángel, salió caminando del predio, cubierta en sangre y oliendo a carne asada y podrida.

Una vez que hubo llegado a su casa, cruzó el umbral de la puerta, miró a su mamá con un gesto dulce y le dijo: justo ahora me iba a pegar un baño.

2 comentarios:

Damian dijo...

wow... no sé de donde habrás sacado esto (o la idea para escribirlo), pero me gusta la forma en la que está escrito. Me resultó muy fácil visualizar toda la escena.

Abrazos

Anónimo dijo...

Estaba en casa, no tenía internet, porque no me anda seguido... y se me ocurrió escribir algo morboso.
Siempre me gustó la literatura y trato de escribir hace años ya.
Algún día retomaré algún taller literario como solía hacer cuando era joven. xD
Besos Dami