lunes, 14 de julio de 2008

Pensaba que el uso de las palabras, esa suerte de diplomacia poética de la que me creía dueña, había resuelto todos los misterios escondidos de la humanidad. Pero no deja de sorprenderme, encontré nuevamente el dolor de la tinta y ella que implica volver a doler el alma.
Me han hecho un mal tan agudo que apenas puedo pensar que realmente existe el mal en el universo. Condenaron mi cuerpo terrenal a una muerte que veo lejana, pero a la vez me llenaron de dudas...
Porque es fácil desearle la muerte a los demás, ¿Pero cómo se sentiría alguien si esa persona realmente muriese?

Ya es tarde para medir las palabras que tan vehementemente expresaron su dolor adolescente.
Es tarde para retractar un deseo de muerte tan horrible y falto de amor... Y lo más triste no es sólo haber deseado la muerte a esa persona, sino haber deseado ser el autor de tan horrendo acto de cobardía.

El alma nunca va a dejar de doler.
En parte logró matar un poco de mí, nada mal para un amateur en el arte del asesinato.

1 comentario:

Roma dijo...

si. Se fue a la b.
Metropolitana.


mal.


te queiro
fuerza
(iconito del skaip copado q siempre pongo)

besones enormisimos