Perdé el miedo, perdelo. Te dicen...
Vos no sabés en realidad qué significa perder, si apenas uno se ha encontrado. Así andamos, errantes, creyendo saber lo que decimos.
Pero acá estoy yo para estamparles la negación por triplicado. Vaya usté' a perder monedas si quiere, o la paciencia.
Dejá que fluya, dejá. Bien, usted podrá estar haciendo referencia al agua, o no sé qué clase de metáfora o en tal caso para qué desea aplicarla.
Si uno carece de ideas, a no preocuparse, porque otros vendrán y dirán que esta etapa pronto "pasará" y volverá a florecer la creatividad como palo borracho en verano. O si se me permite volver a tutear, te van a decir que vayas a hacer terapia porque estás atravesando alguna especie de bloqueo emocional o creativo, o cualquiera de esas frases repetidas una y otra, y otra vez. Esas pelotudofrases que tanto me gustan.
La razón de mi ausencia poco tiene que ver con estas cosas de neanderthales ( y que me perdonen porque de brutos no tenían nada; sólo me abuso del lugar común), mi pausa o abandono completo es culpa de la posmodernidad. Sí, estas acusaciones hago yo. Y voy a contarles porqué: Si bien tengo la libertad de expresar mis aberraciones patológicas y mi escueto feminismo, no digo nada que otros/as millones más de pelotudos/as no hayan dicho ya. Es en esta repetición y en este hastío, que mi vida se sume en una total entropía y dicotomía de las palabras extraviadas, y ahí ruego por el milagro de la creación. (Sin connotaciones religiosas). Ruego también por el silencio de los necios, que sólo saben opinar sobre lo que no saben.
Mi abandono es culpa de la posmodernidad, que exige perfección hasta el cansancio, cuando son estas palabras las más habilitadas para equivocarse, cuando no son leídas sino por el ojo transparente del cosmos.
Acabo de lograr un re-descubrimiento, acabo de soltarme de la atadura que reducía mis ideas a meros asomos de embriaguez del puño.
Entonces ahora...
Esta vez voy a volver más fuerte, más minuciosa, más neurótica y rompe pelotas que nunca; pero con el universo en mis hombros para explorarlo, admirarlo y escribirlo. Reducirlo a este, mi universo.
Vos no sabés en realidad qué significa perder, si apenas uno se ha encontrado. Así andamos, errantes, creyendo saber lo que decimos.
Pero acá estoy yo para estamparles la negación por triplicado. Vaya usté' a perder monedas si quiere, o la paciencia.
Dejá que fluya, dejá. Bien, usted podrá estar haciendo referencia al agua, o no sé qué clase de metáfora o en tal caso para qué desea aplicarla.
Si uno carece de ideas, a no preocuparse, porque otros vendrán y dirán que esta etapa pronto "pasará" y volverá a florecer la creatividad como palo borracho en verano. O si se me permite volver a tutear, te van a decir que vayas a hacer terapia porque estás atravesando alguna especie de bloqueo emocional o creativo, o cualquiera de esas frases repetidas una y otra, y otra vez. Esas pelotudofrases que tanto me gustan.
La razón de mi ausencia poco tiene que ver con estas cosas de neanderthales ( y que me perdonen porque de brutos no tenían nada; sólo me abuso del lugar común), mi pausa o abandono completo es culpa de la posmodernidad. Sí, estas acusaciones hago yo. Y voy a contarles porqué: Si bien tengo la libertad de expresar mis aberraciones patológicas y mi escueto feminismo, no digo nada que otros/as millones más de pelotudos/as no hayan dicho ya. Es en esta repetición y en este hastío, que mi vida se sume en una total entropía y dicotomía de las palabras extraviadas, y ahí ruego por el milagro de la creación. (Sin connotaciones religiosas). Ruego también por el silencio de los necios, que sólo saben opinar sobre lo que no saben.
Mi abandono es culpa de la posmodernidad, que exige perfección hasta el cansancio, cuando son estas palabras las más habilitadas para equivocarse, cuando no son leídas sino por el ojo transparente del cosmos.
Acabo de lograr un re-descubrimiento, acabo de soltarme de la atadura que reducía mis ideas a meros asomos de embriaguez del puño.
Entonces ahora...
Esta vez voy a volver más fuerte, más minuciosa, más neurótica y rompe pelotas que nunca; pero con el universo en mis hombros para explorarlo, admirarlo y escribirlo. Reducirlo a este, mi universo.
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