Olivia en el país de las maravillas

Olivia sintió en su sueño como ese primer beso se fundía con las entramadas líneas de confusión que le colmaban la vigilia de angustia y sofocación. Lo vio después de haber esperado, y esperado, y lo vio, no puedo evitar reaccionar con indiferencia y frialdad, dejándolo solo entre tantos extraños que esa noche rondaban sin ánimos de ofrecerle algún tipo de calidez.

Conforme pasaba el tiempo y la gente se dispersaba por la distintas habitaciones, Olivia comenzó a notar que Ariel se había pegado a su hermana, la ignoraba a ella. Por primera vez Olivia sintió celos y tristeza, porque sabía que si Ariel se iba, solo habría sido su culpa.

Deambulaba por la casa buscando excusas para estar en el mismo lugar que él, pero sentía rechazo. Sentía que había perdido, que debía rendirse. ¿Pero por qué no dejarlo ir entonces?

Había imaginado durante meses como sería encontrarlo, contarle, decirle... y la resolución de actuar como si jamás hubiese vuelto fue en ese momento su gran falla.

A medida que la angustia y la bronca se hacían cargo de borrar cualquier rastro de una sonrisa que quedara en ella, finalmente llegó el momento en el que pudieron estar solos.

Sentados uno junto al otro, se miraban de reojo sin decir una palabra; hasta que Olivia rompió en llanto y lo abrazó con la seguridad de que jamás lo dejaría ir...

Ariel entonces sintió calma (ella había esperado).

Se miraron, y contaron muchas de las cosas que necesitaban comunicar, apenas mirándose, sin articular palabra, durante media hora, o cuarenta minutos, hasta que abrazados, trataron de evitar el inminente beso que les ganó.

Desde entonces, y con la ternura que los ojos graficaban en la adoración y admiración del alma...Olivia despertó de su sueño pensando: "¡¡La puta que lo quiero!!"