Es una fiesta con un despliegue soberbio; ya entrás y te mandan organizadamente a estacionar tu auto, y pasás por la entrada, pagás (claramente), cortan tu pedacito de entrada (como si con tanta ostentación un troquelado hubiese sido más caro), y transitás por el sendero del pasto y de los precios caros (al más cara de boludo).
Stands de Yukatas (kimono de verano, hecho de algodón), origamis, artículos varios que nada tienen que ver con Japón: lapiceras, anotadores, y esas cositas... Por otro lado está la comida, mucha comida, y claro, los infaltables choripanes (ah, eso también es comida, ¿no?)
LLegás con tus amigos, se sientan en la mesa que armó el padre de uno, y presentís el aburrimiento, por eso te lecantás a ver si podés encontrar a los chicos de A.D.A.E.J.A. Fallás, y es ahí cuando empezás a perder las esperanzas... Cuando la gente se prende en el baile, aparece en escena Germán, bailando junto a su mamá, y bueno, eso significaba: A.D.A.E.J.A. Estando ya más cómoda y entre amigos, decidí que bailar era una buena opción, y lo fue, primera experiencia con los bailes estos japoneses, y le encontré su diversión (después de haberle agarrado la mano a los pasos, claro)
Pensé que no iba a comer pero picó el bagre y me compré un obento (viandita japonesa), estaba bueno... probé peores creo... y más tarde, cuando a gente había empezado a irse, compré takoyaki, que son unas albóndigas de vaya uno a saber que. Más tarde aún cuando poca era la gente, compré obento a cinco pesos cada uno... y me los llevé a casa... esos sí que estaban bastante ricos.
No tuve la fortuna de ver os fuegos artificiales pero no me importó porque era él el que me había llamado por teléfono. Creo que dentro de todo y a pesar de los momentáneos emboles, la pasé bien.
Queda esperar el Bon Odori de Sarmiento Gakkou. Ahí creo que irán más adaejanos.
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